Día Nacional de la integridad y lucha contra la corrupción

Día Nacional de la integridad y lucha contra la corrupción

Por Paúl Martínez. Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Fototeca Nacional Universitaria


Una exposición que honra a nuestros próceres

Con motivo de la celebración del Día Nacional de la integridad y lucha contra la corrupción el día 9 de junio de 2024, se inauguró una exposición homenaje a distintas personalidades de nuestro pretérito que por su meritorio legado a nuestra nación se han ganado con creces el calificativo de próceres. La fecha fue instaurada por el Congreso Nacional en honor al natalicio de José Trinidad Cabañas mediante el decreto No. 196-2011 como una forma de honrar la trayectoria limpia y honesta de quien fuera uno de los más firmes seguidores de Francisco Morazán y sus ideales, así como de modelo moralizante para las presentes y futuras generaciones.

El primer considerando del decreto explica la intención original del mismo, señalando que:

CONSIDERANDO: Que es deber del Estado promover principios orientados a la formación de ciudadanía fundamentada en valores de integridad, honestidad, transparencia, rendición de cuentas, solidaridad y amor a la patria.

El sexto de sus considerando, puntualiza las razones aducidas para tomar esta fecha como referente para celebrar un día dedicado a enaltecer y promover los valores resaltados en el párrafo anterior, enfatizando que:

CONSIDERANDO: Que la ejemplar trayectoria de vida y obra del ciudadano José Trinidad Cabañas Fiallos es símbolo de honestidad, transparencia y rendición de cuentas en la administración de los asuntos públicos, y cuyo legado se ha mantenido incólume a través del tiempo, constituye un modelo ciudadano de integridad, honradez, amor a la Patria y servicio desinteresado para todos los hondureños y hondureñas.

Para el montaje de la exposición se han tomado los valores que el decreto mismo propone resaltar: Probidad, Cumplimiento de la ley, Solidaridad, Respeto y Amor a la Patria. Para representar cada uno de estos valores, se han utilizado imágenes de próceres que la sociedad hondureña puede perfectamente identificarse con ellos:

  • Probidad: José Trinidad Cabañas
  • Cumplimiento de la ley: José Cecilio del Valle
  • Solidaridad: José Trinidad Reyes
  • Respeto: Álvaro Contreras
  • Amor a la Patria: Francisco Morazán

Todas las personalidades anteriores son contemporáneas a José Trinidad Cabañas o profesaron una profunda admiración hacia él desde esa centuria fundacional como lo fue el siglo XIX. De igual manera, se han utilizado las primeras referencias gráficas que de estos ilustres hondureños se conozcan, dando un valor agregado a la muestra al compartir con la comunidad universitaria y sociedad hondureña la efigie más cercana de sus próceres para el tiempo en que vivían, detalle que solemos pasar desapercibido pero que importa cuando tratamos de la construcción de identidades y de los pilares en los cuales sustentarlas. La efigie de prominentes figuras de nuestro pasado que han construido con sus actos y con sus obras nuestra nacionalidad es necesaria conocerla para mejor honrarles, es parte de los elementos identitarios que fortalecen el sentimiento de pertenencia a una nación, y en el presente caso, solemos estar familiarizados con cierta efigie de próceres sin saber a ciencia cierta su procedencia, o si realmente corresponde esa figura a quien queremos honrar a través de su representación en esculturas, pinturas, sellos postales, monedas o cualquier forma visual o gráfica de retratarles y rendirles honores.

Retrato de José Trinidad Cabañas
Retrato de José Trinidad Cabañas

Retrato de José Trinidad Cabañas publicado en la página 502 del libro Explorations and adventure in Honduras de William. V. Wells. Nueva York: Harper & Brothers Publishers, 1857

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José Trinidad Cabañas, un modelo de probidad

El decreto No. 196-2011 luego de enumerar siete considerandos, decreta: «Artículo 1.- Declarar “DÍA NACIONAL DE LA INTEGRIDAD Y LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN” el 9 de junio de cada año, en honor al nacimiento del ciudadano José Trinidad Cabañas Fiallos». Tanto el decir popular como la historiografía nacional reconoce en Cabañas un modelo de honestidad y rectitud, su permanente apoyo e incondicional acompañamiento en las luchas por la gran patria centroamericana a la par del egregio paladín de la unión, le han dado un sitial de honor en las páginas de nuestra historia. Desde el más humilde hasta el más erudito hondureño comparten la impresión de un Cabañas íntegro y defensor de los intereses nacionales, al menos propios y extraños así le describen desde el siglo XIX.

La imagen que compartimos en la presente muestra fue publicada en el año 1857 en el libro Explorations and adventure in Honduras del estadounidense William V. Wells (1826-1876) publicado por la editorial Harper & Brothers Publishers en Nueva York. El autor -que no es precisamente un modelo a citar cuando de describir a nuestra nación se trata-, hace una excepción con Cabañas de su percepción negativa de nuestros connacionales y la forma en que les describe en su libro, siendo su apreciación de Cabañas y Morazán la excepción a esta regla, refiriéndose elogiosamente a estas dos figuras de nuestra historia a diferencia de las muchas referencias a otros connacionales a los cuales describe ominosamente en su escrito. Wells refiere así su impresión del presidente Cabañas:

Su estatura, más bien diminuta, estaba compensada con su esbeltez extraordinaria, y en la plática sus ademanes armonizaban con el juego inteligente de su fisonomía. Es, en verdad, un noble ejemplo de varón, pletórico de tranquila dignidad. Sus ojos son dulces, obscuros e inteligentes. Sus cabellos, otrora color castaño, son ahora blancos y largos, mientras su barba, patriarcal por su longitud y color níveo (la que, de acuerdo con su promesa solemne, no se ha cortado desde la muerte del General Morazán) imparte un interés adicional a la expresión triste de su rostro (Wells, 1960, p. 156).

Para nadie que admire esta ilustración del prócer, le sería extraño no coincidir con la descripción anterior. El porte sobrio del retratado, su figura serena y ligeramente descuidada denotan la imagen de una gran personalidad: un digno prócer retratado cuando aún era el presidente del llamado entonces Estado de Honduras. Coincide este dibujo realizado en 1854 -año que Wells recorrió nuestro país-, con la única fotografía que del prócer existe -ya siendo él mayor-, que fue captada por el fotógrafo Juan T. Aguirre, por lo es una imagen creíble del semblante que debió tener el siempre probo José Trinidad Cabañas.

Retrato de José Trinidad Cabañas
Retrato de José Cecilio del Valle

Retrato de José Cecilio del Valle publicado en la página 99 del tercer tomo de la obra Reseña Histórica de Centro América escrita por Lorenzo Montúfar. Guatemala: Tipografía de “El Progreso”. 1879

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José Cecilio del Valle, un defensor acérrimo del derecho y de la ley

Abogado de profesión, una de las mentes más brillantes del siglo XIX de la región centroamericana, y sin embargo su efigie nos es difusa en realidad, pues existen contadas obras que le retraten en vida, siendo póstumos la mayoría de sus retratos. Lorenzo Montúfar (1823-1898) en su monumental obra titulada Reseña Histórica de Centro América compartió un dibujo del llamado sabio Valle, que si bien ese tercer tomo en donde aparece se publicó en 1879 -45 años después de la muerte del prócer-, es una ilustración muy elaborada y comisionada por quien sin duda le conoció a temprana edad en su natal Guatemala, pues la familia Montúfar ha sido desde antaño destacada protagonista de la vida económica, política y social de la que fue capital primero de las Provincias Unidas del Centro de América y luego de la República Federal de Centroamérica. Montúfar seguramente le conoció en su casa familiar o en los círculos del poder político al cual frecuentaba su familia, por lo que no sería errado afirmar que conocía su efigie, la que finalmente fue retratada en su libro. Aparte, este grabado que retrata al sabio es muy similar en sus facciones al dibujo publicado en la portadilla del primer número del periódico editado por Valle El Amigo de la Patria del 16 de octubre de 1820.

De este elaborado retrato de 1879 -realizado de hecho en los Estados Unidos por A. Demarest, Sc. New York, casa especializada en la impresión de billetes y sellos postales-, es de donde se derivan quizá la mayor parte de las representaciones del prócer que estamos acostumbrados a admirar, sean obras de caballete (Mario Castillo, Álvaro Canales o Miguel Ángel Ruiz Matute, entre otros grandes pintores que le han retratado) o esculturas en espacios públicos o privados desde finales del siglo XIX al presente. Monedas, sellos postales o billetes, en donde veamos la imagen de Valle sin duda encontraremos reminiscencias de ese grabado de 1879 sin percatarnos hasta ahora de su origen decimonónico.

El sabio Valle vivió en una época oscura para nuestra América Central, y la luz que irradiaba su sabiduría no bastaría para hacer salir de esas oquedades a la región. Un problema por siglos arrastrado que se magnificaba por interminables guerras internas entre regiones o Estados divididos, todo se confabulaba para mantener a su patria amada postrada bajo la todavía presente nube negra de la corona que por tres siglos nos sometió: «VALLE, sol de la inteligencia, astro luminoso»,  «aclarando la oscuridad de la Colonia» así le expresó el orador al sabio ante la estatua que en su honor se erigió en la plaza La Merced (Galvez, 1883, p. 2), escultura de cuerpo entero que comparte muchos rasgos en su fisonomía con el grabado de 1879 que ahora compartimos.

Retrato de José Trinidad Cabañas
Retrato de José Trinidad Reyes

Retrato José Trinidad Reyes. Autor desconocido. Escultura en mármol exhibida en la colección hondureña de la Biblioteca Nacional Juan Ramón Molina. Fotografía por Paúl Martínez en formato digital 35mm, 2023

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José Trinidad Reyes, solidaridad y entrega a su sociedad

El padre Reyes es un digno ejemplo de perseverancia y voluntad a toda prueba. Su humilde cuna no fue obstáculo para sobresalir en una sociedad que aún se hallaba sumida en las oscuridades a la que fue condenada por tres siglos de colonia, no tenía dónde y no podía estudiar -al menos no en Honduras-, por sus aun vigentes mandatos excluyentes que reservaban los pocos centros de educación a determinada clase social o según fuera su estatus económico. Nació en las postrimerías del siglo XVIII: 1797, cuando aun nos gobernaba un lejano rey que moraba allende el océano. Su fecha de natalicio: 11 de junio, fue declarada -a iniciativa de la entonces Universidad Nacional-, como día de fiesta nacional escolar mediante un acuerdo firmado el 28 de mayo del año 1923 por el presidente Rafael López Gutiérrez (1855-1924). De ahí al presente, cada 11 de junio, su recuerdo es rememorado en todos los niveles de educación del país como una forma de reconocer sus múltiples aportes a la educación nacional, incluida la fundación de nuestra universidad.

En 1815 -a escasos seis años de declararse nuestra independencia del dominio colonial español-, el padre Reyes parte para Nicaragua a buscar en la ciudad de León lo que le era negado en su tierra natal: educación. Azares del destino hacen que su retorno a Honduras en 1827 se vuelva permanente, radicando en la patria que le vio nacer hasta el final de sus días en 1855. Alma caritativa de corazón noble, dedicó su vida al bienestar de sus semejantes, vivió una vida sencilla y predicó el bien hasta su partida terrenal.

El busto en mármol que presentamos en esta exposición homenaje, forma parte de un conjunto de cuatro que se hallan exhibidos en la colección hondureña de la Biblioteca Nacional Juan Ramón Molina, ubicada en el centro histórico de Tegucigalpa (Álvaro Contreras, José Cecilio del Valle y Ramón Rosa son los otros tres representados en similares esculturas). Y si bien es cierto, su procedencia o fechas de realización las desconocemos, su técnica, material y manufactura parecen indicar que sean del último cuarto del siglo XIX o inicios del XX. Las facciones del padre Reyes en esta escultura difieren de la imagen más conocida que de él estamos acostumbrados a admirar, derivada del busto en mármol inaugurado en 1883 en la plaza La Merced y que ha servido de base para pinturas o esculturas que le han retratado posteriormente. Pero si leemos la descripción física que del padre Reyes hacen distintas personalidades que le conocieron (Ramón Rosa, en especial), encontraremos similitudes entre estas referencias y la fisonomía del busto arriba presentado. Igual coincide con la única fotografía hasta ahora identificada del padre Reyes que sirvió de portada para la biografía de él editada en 1951 y escrita precisamente por Ramón Rosa (1848-1893), obra publicada originalmente en 1891, a escasos dos años del fallecimiento de Rosa.

Retrato de José Trinidad Cabañas
Retrato de José Cecilio del Valle

Álvaro Contreras. Autor desconocido. Escultura en mármol exhibida en la colección hondureña de la Biblioteca Nacional Juan Ramón Molina. Fotografía por Paúl Martínez en formato digital 35mm, 2023

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Álvaro Contreras, respeto ganado con su florida pluma

El llamado tribuno de Honduras es desde el siglo XIX un referente obligado cuando de oratoria y escritura se habla a nivel país. El principal premio del gremio periodístico de hecho lleva su nombre como un reconocimiento a su amplia experiencia en la prensa nacional e internacional, pues su acendrado compromiso con la verdad y su defensa le obligaron a convertirse en un perenne exiliado en diferentes países en distintos momentos de su vida (Nicaragua, Colombia, Panamá, Costa Rica o El Salvador, entre otras naciones en donde fundó y trabajó en varios diarios). Fundó su primer periódico en la antañona Comayagua: La Discusión, el cual su propio nombre nos revela el afán del tribuno por la defensa de las ideas y de su necesario debate permanente. Su entrega sublime a la verdad le granjeó no pocos adversarios, de ahí su vida de exilio en exilio. En una carta editorial publicada el 16 de agosto de 1877 en su periódico La Libertad, le sentenció al entonces presidente de Nicaragua don Pedro Joaquín Chamorro: «!Elegid, señor: entre la Gloria ó la Nada¡» un fúrico Chamorro que tomó partido por la nada, solo pudo responder: «O guarda Ud. silencio, ó se marcha del país» (Quesada, 1914, p. 3,594). Y de León, Nicaragua, salió nuevamente hacia otra tierra.

El busto del excelso tribuno arriba mostrado, es parte de las cuatro esculturas en mármol  pertenecientes a la Biblioteca Nacional Juan Ramón Molina, y aunque ya referimos nuestro desconocimiento sobre su procedencia, autor o fecha de realización, un escrito de 1914 quizá se refiera a él, cuando Rafael Heliodoro Valle nos relata que: «Domador del Destino, él subió hasta donde quiso su deseo; y hoy me preguntan los que no lo han vuelto á ver desde entonces, si está hermoso y soberbio en el busto de mármol donde su frente aparece contraída por un pensamiento recóndito» (Valle, 1914, p. 248). El busto de Álvaro Contreras que se erigió en Cedros se develó el 2 de agosto de 1953 (Agüero Vega, 1956, p. 3), por lo que es más probable que Heliodoro Valle se refiriera al que existe en la Biblioteca Nacional.

Su discurso más conocido es sin duda el que pronunció la mañana del día miércoles 15 de marzo de 1882 a pedido del presidente salvadoreño Rafael Zaldívar (1834-1903) frente al primer monumento público erigido en Centroamérica para honrar la figura de Francisco Morazán en la ciudad de San Salvador, pieza magistral de oratoria y eterna lealtad al sueño del llamado paladín de la unión centroamericana. Contreras falleció ese mismo 1882, el 9 de octubre en la misma San Salvador en donde pronunció su épico y ahora imperecedero discurso.

Retrato de José Trinidad Cabañas
Retrato de Francisco Morazán

Retrato de Francisco Morazán realizado por el artista Francisco Cisneros, Ca. 1940. Ha sido reproducido de una litografía original encontrada por el poeta Oscar Acosta

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Francisco Morazán, el más grande ejemplo de sacrificio y amor a la patria

«Volcanes: dadme el retumbo de tus voces para cantarle al genio» Así escribió desde México en 1957 el poeta Daniel Laínez no sin pesar reconociendo sus limitaciones para elogiar la figura del más grande hombre que ha dado a luz nuestra América Central. Párrafos atrás, inspirado el poeta expresaba que: «…el Momotombo es bajo para apoyar tus brazos, / no hay cumbre en toda la cordillera de los Andes, / que pueda con el peso de tus plantas» (Laínez, 1957, p. 3).

El retrato de Francisco Morazán en esta muestra exhibido fue realizado por el artista salvadoreño Francisco Cisneros (1823-1878) hacia 1840, por lo que es de los escasos retratos hechos en vida del prócer. El poder apreciar la litografía de esta imagen en el presente debemos agradecerlo al poeta Oscar Acosta quien la encontró en el año 1973 en una venta de libros antiguos en la ciudad de París, y años después, el embajador Rafael Leiva Vivas encontró en la Biblioteca Nacional de París otra versión ligeramente distinta que publicó en su libro Francisco Morazán y sus relaciones con Francia. Estos dos dibujos muestran a Morazán como le describen todos aquellos -nacionales y foráneos-, que en vida le conocieron: un estadista, no un militar. Sin embargo, debemos recordar que la coyuntura política de la América Central de su tiempo le obligó a empuñar las armas para defender sus ideales de manera recurrente, no es errada entonces la afirmación de Enrique Aguilar Paz Cerrato cuando expresa: «Que el Morazán militar existió solo por las exigencias de la época para hacer prevalecer los ideales y principios del Morazán Civil» (Aguilar Paz, 1998, p. 3).

Ambos retratos nos muestran un Morazán vestido de levita oscura y pantalón claro -quizá blanco-, erguido perfectamente tomando con la mano derecha la rienda del caballo y su mano izquierda apoyada en su pierna, denotando dominio de la equitación. Apenas un sombrero sencillo cubre su cabeza, no hay medallas, oropeles, ni espadas, simplemente se ve a un hombre de postura digna con su serena mirada viendo hacia el frente como oteando el porvenir. Inclusive su caballo aunque a simple vista parece fino, no tiene tampoco mayores ornamentos, su montura es sencilla pero su trote y su postura es sobria y elegante, su presencia altiva y orgullosa tal cual es también la de su jinete. En una cruel ironía de nuestra historia, sus acérrimos enemigos eligieron una fecha de festejo para cometer su atroz felonía: el 15 de septiembre de 1842 Francisco Morazán fue asesinado en San José de Costa Rica. Ahí frente al pelotón de fusilamiento demostró el acendrado amor hacia su soñada Centroamérica, bajo ese cielo ofrendó lo más sublime que cualquier hijo puede dar para demostrar fehacientemente el amor sentido por su patria: su propia vida.

 

Tegucigalpa, MDC, Ciudad Universitaria José Trinidad Reyes, 15 de julio de 2024


Referencias bibliográficas

Agüero Vega, R. (1956). Discurso. En revista Correos de Honduras, Año II, No. 11, enero 1956. Tegucigalpa: Dirección General de Correos. pp. 3-4, 10, 34 y 35

Aguilar Paz, E. (1998). El otro Morazán, el desconocido. Tegucigalpa: Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Editorial Universitaria. p. 3

Galvez, M. (1883). Discurso pronunciado por el Licenciado Máximo Galvez, al descubrirse la estátua de Don José Cecilio del Valle. En La Gaceta, Periódico oficial de la República de Honduras, Año VII, Serie 25, diciembre 30 de 1883. Tegucigalpa: Tipografía Nacional. p. 2

Laínez, D. (1957). Padre Nuestro que estas en los cielos… A la juventud centroamericana. En diario El Pueblo, viernes 4 de octubre de 1957, Año VIII, No. 2,336. Tegucigalpa: Partido Liberal de Honduras. p. 3

Quesada, U. (1914). Alvaro Contreras, fragmentos. Contreras y la Unión de Centro América. En diario El Nuevo Tiempo, miércoles 4 de marzo de 1914, Año III, Número 896. Tegucigalpa: editado por Froylán Turcios. p. 3,594

Valle, R. H. (1914). La juventud de Alvaro Contreras. En revista Ateneo de Honduras, 22 de mayo de 1914, Año II, Num. 8. Tegucigalpa: Ateneo de Honduras. pp. 246-248

Wells, W. V. (1960). Exploraciones y aventuras en Honduras, 1857. Tegucigalpa: Banco Central de Honduras

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