Evaristo López Rojas: 

la historia del arte hondureño plasmada en su registro fotográfico

Por Paúl Martínez. Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Fototeca Nacional Universitaria

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Una inusual luz alumbrando las sombras de una década perdida

En el último cuarto del siglo XX hondureño, dos colosos de la vida intelectual de nuestra nación unieron talentos y propósitos para dejar el registro documental mejor elaborado que hasta entonces se hubiese hecho del arte nacional: Evaristo López Rojas (1941-2023) y Longino Becerra (1932-2018). Al crear una colección de libros que trataron del arte hondureño, estos dos quijotes del siglo XX entrevistaron y documentaron la obra de los más reconocidos pintores de las dos últimas décadas de la pasada centuria. Entre 1987 y 1988, Evaristo y Longino visitan a artistas nacionales en sus talleres y documentan sus experiencias, Longino grabando sus entrevistas y escribiendo en base a ellas reflexiones y Evaristo registrando en fotografía sus principales obras. De ahí nace el corpus visual del cual ahora compartimos apenas una reducida selección de él.

Fotos Evaristo López Rojas y Longino Becerra

Evaristo López Rojas junto a Longino Becerra, la unión de estos dos quijotes nos ha dejado documentada la historia del arte hondureño del último cuarto del siglo XX. Fotografías por Agustín Gallardo en película negativa blanco y negro formato 120mm. Ca. 1993.

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No era sencillo tomar fotografías con la tecnología existente en el siglo XX. Implicaba conocer el oficio y tener verdadera pasión por este arte. La facilidad a la que nos ha acostumbrado la fotografía digital del presente nos hace olvidar lo complejo que era la captura fotográfica en el pasado, algo en lo que debemos insistir para entender de mejor manera la monumental tarea que realizó Evaristo y todos los fotógrafos que hicieron sus registros documentales con esos procedimientos. Desde la segunda mitad del siglo XX se comenzó a popularizar el formato 35mm, que si bien tenía ya su tiempo de haber sido presentado, no es sino hasta mediados de ese siglo que se posiciona como el principal formato fotográfico en el mundo y Honduras no fue la excepción. El formato mediano, llamado también 120mm, fue quedando únicamente para registros profesionales, los que demandaban mayor calidad de imagen o apego al color original del objeto o las situaciones registradas. Había una considerable diferencia entre ambos formatos, diferencias de calidad, accesibilidad y por supuesto de costos también, era mucho más caro el formato 120mm en comparación al 35mm. Y todo el registro fotográfico de obras de arte hecho por Evaristo ha sido realizado con el formato primero: 120mm.

Ello nos permite en el presente tener un registro profesional de obras del arte hondureño que por el simple paso de los años desconocemos su paradero en la actualidad, y de las cuales no sabemos si han quedado en colecciones privadas en el país o si lastimosamente ahora son parte de colecciones particulares en el extranjero. Muchas de estas obras solo las podemos conocer a través de registros fotográficos como el realizado por Evaristo López Rojas y ello es un aporte invaluable a la historia del arte hondureño, legado que quizá no hemos sabido valorar en su justa dimensión como academia o como sociedad, pero que justo es sea reconocido y apreciado porque fue hecho sin ningún interés pecuniario, nunca cobró un centavo por él, ningún artista pagó nunca por este registro de sus obras, y ello pese a que como lo mencionamos antes, el uso del formato 120mm para registro fotográfico de cualquier tipo era costoso, muy costoso, no simplemente porque la película o su revelado era caro, sino porque también el equipo fotográfico usado era una inversión grande para quien lo utilizaba, y como en toda ocupación, nadie adquiere un producto sin esperar que el mismo le sea rentable, principio básico de nuestra economía de mercado que en la nobleza y desprendimiento de Evaristo no regía para su vida y facilitaba su equipo para registros documentales que no le redituaban ningún valor monetario pero que ahora son invaluables por la trascendencia de lo que ahí quedó registrado para la historia.

La década de los ochenta ha sido siempre nombrada como una década perdida, los terribles conflictos sociales de ese decenio mandaron al traste toda esperanza de recuperación económica o avance social, pero de las áridas cenizas siempre surgen aves refulgentes nos enseña la historia del Fenix, y de esa oscura década se elevó una época de oro en el arte hondureño, obras que en buena medida forman parte del acervo visual que Evaristo nos legó para iluminar en algo las sombras de esa década bien o mal nombrada como perdida.

 


Evaristo como editor y como fotógrafo

No podemos obviar la participación de Evaristo como fotógrafo en los libros párrafos adelante numerados, pero tampoco podemos no percatarnos de su papel de editor en los mismos. Aunque en su humildad característica él siempre expresó que participó en dichos libros como impresor nada más, de hecho es lo que en todos sus libros dice que fue su participación, lo que en honor a la verdad no es necesariamente cierto, pues su criterio de editor ha quedado impreso en cada uno de ellos: el conocimiento de tipos de papel, encuadernado, maquetación o la elección del material fotográfico en un libro utilizados es conocimiento que solo la experiencia puede dar, y toda una tradición familiar de impresores respalda cada edición que ahora valoramos como tesoros pues nos dan luces de la historia del arte hondureño del último cuarto del siglo XX, a decir de muchos -incluido quien estas líneas escribe-, una de sus mejores épocas. Si revisamos estas ediciones (nueve en total), y las comparamos con libros impresos en este nuestro tercer milenio, no encontraremos diferencias de calidad, y ello pese a que estos libros por Litografía López editados han sido producidos con tecnología que en el presente se ha visto ampliamente superada. En la actualidad prescindimos de la separación de color, de los negativos para quemar las planchas, las líneas de trama por pulgada cuadrada son ahora por lo general de 200 líneas, siendo en 1989 de 133 líneas, lo que significa una merma de calidad en la definición de las imágenes, y pese a ello el registro de los colores (cyan, magenta, amarillo y negro necesarios para imprimir en color) es perfecto, su calibración es correcta y todos los ejemplares impresos tienen una uniformidad similar desde la copia uno hasta la copia mil (generalmente el tiraje de estos libros era de mil ejemplares por edición). 

Quizá los anteriores sean detalles técnicos que por lo general no son significativos para el lector común, pero para cualquiera que esté relacionado con el mundo editorial o de las artes gráficas, poder admirar impresiones definidas y perfectamente calibradas en libros editados por nuestros lares en las postrimerías del siglo XX es un respiro a la vista y una demostración de conocimiento del arte de imprimir que debe hacernos sentir orgullo de tales logros. Y orgullo es lo que debe sentir la academia, la sociedad y la nación en general por el legado de Evaristo López Rojas. Sin embargo, el estudio de este acerbo nos enseña también las carencias que tenemos en la historia del arte hondureño. Las obras registradas por Evaristo y que fueron publicadas en alguno de sus libros, tienen en ellos sus datos técnicos identificados: autor, título de la obra, año de realización y técnica. Lastimosamente de las obras que fueron registradas y que no se publicaron, carecemos de todo dato sobre ellas, ya que solo fue marcado en las hojas de almacenamiento el nombre del artista, sin detallar nada más, y ante la ausencia de catálogos, carteles o cualquier impreso que nos de esa información, el tener la imagen es nuestro único rescate de esa época del arte hondureño, pues aunque el artista que creó la obra estuviese vivo, no siempre la memoria es fiel para recordar títulos o datos alusivos a sus piezas. Pese a ello, si no tuviésemos las obras en el registro de Evaristo, poco o nada tendríamos de una época de oro del arte nacional.

Para conocer a fondo el aporte invaluable de Evaristo, solo en libros de arte podemos enumerar estos nueve, sin contar con infinidad de catálogos de mano, afiches, postales e invitaciones de igual infinita cantidad de exposiciones artísticas o eventos culturales en Litografía López impresos. Una rápida lista de sus publicaciones incluyen:

  • 1989. Honduras, 40 pintores. Editorial Baktun. 134 páginas. 1000 ejemplares
  • 1991. Pablo Zelaya Sierra, vida y trayectoria artística. Editorial Baktun 56 páginas. 1000 ejemplares
  • 1991. Gregorio Sabillón, vida y trayectoria artística. Editorial Baktun. 46 páginas. 1000 ejemplares
  • 1992. Ezequiel Padilla Ayestas. Litografía López. 68 páginas. 500 ejemplares
  • 1993. Homenaje al Escultor Nacional Obed Valladares. Escultor del Sufrimiento y la Esperanza. Editorial Baktun. 20 páginas. 1000 ejemplares
  • 1994. Honduras: visión panorámica de su pintura. Editorial Baktun. 246 páginas. 1000 ejemplares
  • 1996. Pablo Zelaya Sierra. Banco Central de Honduras y la Fundación para el Museo del Hombre Hondureño. 92 páginas. 1000 ejemplares
  • 1998. Moisés Becerra, un pintor comprometido con su pueblo. Editorial Baktun. 208 páginas. 1000 ejemplares
  • 2002. Ezequiel Padilla Ayestas. Mano de obra: Cuatro décadas de pintura. Litografía López. 118 páginas. 1000 ejemplares

A grandes rasgos y de manera sucinta, este es el legado de Evaristo López Rojas para la historia del arte nacional. La unión de esfuerzos con Longino Becerra creó seis de los nueve libros anteriores, dando al arte gráfico y a la pasión por la fotografía de Evaristo el soporte perfecto para compartirle con la sociedad hondureña, claro que su aporte se extiende de múltiples formas, su acervo aun está por estudiarse y conocerse, una tarea extensa todavía pendiente, una deuda que aun tenemos con el artista de la lente, pero también con el noble y desprendido ser humano que era. Ha pasado ya un año de su partida, un 19 de mayo de 2023 Evaristo partió hacia el oriente eterno, dejando tras de si una estela de aportes al arte y a la cultura nacional todavía no superada y todavía no catalogada. Pero como escribió dos centurias atrás otra gran figura de nuestra historia como lo fue el preclaro prócer José Cecilio del Valle: …pongamos al menos las primeras piedras.

Tegucigalpa, MDC, Ciudad Universitaria José Trinidad Reyes, 19 de mayo de 2024.

 


Obra plástica por Evaristo documentada. Una reducida muestra de sus registros.

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Galería en Bloques
El Guancasco de Arturo López Rodezno. 1952. Fotografía por Evaristo López Rojas.

Arturo López Rodezno. El guancasco. 1952. Óleo sobre tela. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1988

Otra obra de arte de Miguel Ángel Ruíz Matute. 1959. Fotografía por Evaristo López Rojas.

Miguel Ángel Ruíz Matute. 1959. Sin título y datos técnicos. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1988

El festín de Arturo Luna. 1961. Fotografía por Evaristo López

Arturo Luna. El festín. 1961. Sin datos técnicos. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1988

Obra de Dante Lazzaroni. 1974. Fotografía por Evaristo López

Dante Lazzaroni. 1974. Sin título y datos técnicos. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1988

Obra de Luis H. Padilla. 1976. Fotografía por Evaristo López

Luis H. Padilla. 1976. Sin título y datos técnicos. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1988

Vida en familia de Teresa Victoria Fortín. 1976. Fotografía por Evaristo López

Teresa Victoria Fortín. Vida en familia. 1977. Óleo sobre tela. Esta imagen fue portada del libro de Rina Villars titulado Para la casa más que para el mundo: Sufragismo y Feminismo en la Historia de Honduras. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1990

Hombre montado a caballo de Álvaro Canales. 1980. Fotografía por Evaristo López

Álvaro Canales. Hombre montado a caballo. 1980. Óleo sobre tela. 97 x 68 cm. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1988

Alicia en el país de las pesadillas de Felipe Burchard. 1986. Fotografía por Evaristo López

Felipe Burchard. Alicia en el país de las pesadillas. 1986. Acrílico sobre tela. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1988

Ecos de Armando Lara Hidalgo. 1987. Fotografía por Evaristo López

Armando Lara Hidalgo. Ecos. 1987. Acrílico sobre tela. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1988

Virgen de Suyapa de Benigno Gómez. 1989. Fotografía por Evaristo López

Benigno Gómez. Virgen de Suyapa. 1989. Sin datos técnicos. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1990

Obra de Gelasio Giménez. 1989. Fotografía por Evaristo López

Gelasio Giménez. 1989. Sin datos técnicos. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1990

Dolorosa de Hermes Armijo Maltez. Fotografía por Evaristo López

Hermes Armijo Maltez. Dolorosa. Sin datar y sin datos técnicos. En ocasiones como en este registro, la cercanía de Evaristo con el autor hacía que muchas obras aun sin concluir fueran registradas en sus estudios, por ello no se aprecia la firma de Maltez en la obra superior. Fotografía por Evaristo López Rojas en película negativa blanco y negro en formato 120mm, Ca. 1988

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