La creación escultórica en Honduras y la colección de la UNAH
Miguel Romero, MFA |
Docente de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNAH |
La UNAH posee una de las más importantes colecciones de arte del país. Aunque esta se ha desarrollado caóticamente, desde sus inicios el Centro de Arte y Cultura (CAC-UNAH) se ha dado a la tarea de estudiarla sistemáticamente y conciliar criterios que permitan su crecimiento con una visión artística más amplia e inclusiva de prácticas artísticas contemporáneas.
El número de esculturas que posee la UNAH es mucho menor que el de pinturas, pero en esto no está sola. Este mismo fenómeno se da en todas las colecciones hondureñas públicas y casi todas las privadas1.
El estudio sistemático de esta colección puede transformar la desventaja numérica de la escultura en una gran ventaja para el estudio del arte hondureño. Los esquemas históricos desde los que se ha analizado la historia de nuestro arte están basados en la literatura y se han centrado en la pintura2. Ello ha significado que las periodizaciones que del arte hondureño se han hecho no responden a la naturaleza misma de las obras, sino a la idea de generaciones, es decir, se han concentrado en la biografía de los autores, y no tanto en sus convicciones y praxis.
Estos esquemas históricos son más difíciles de romper desde la pintura, pues ésta ha sido más estudiada y se ha escrito mucho más acerca de ella. Desde el estudio de la escultura podemos comenzar a reescribir la historia del arte hondureño con esquemas que respondan más a las formas, estilos, y agendas mismas de las obras, y quizás esta nueva periodización sirva para entender con nuevos ojos a las otras disciplinas visuales como la pintura. Estudiar la escultura en este momento es por ende una tarea menos laboriosa, pero también más prometedora, sobre todo porque ahora por primera vez en la historia las artes visuales giran alrededor de una concepción de sí mismas en las que lo escultural predomina sobre lo pictórico3.
Viendo la colección de la UNAH lo primero que salta a la vista es que hay bastantes esculturas para espacios públicos. Las estatuas del Padre Reyes (de Mario Zamora), de José Cecilio del Valle (de Obed Valladares), de Ramón Rosa, y varias otras más, participan del constante crear y recrear de la identidad de nuestra institución, y dialogan con otras obras que le dan forma a nuestro sentido de identidad histórica, y a nuestras ciudades como espacios al servicio de nosotros los ciudadanos. Estas obras son parte de la carga simbólica de nuestra nación, y transmiten ésta a las nuevas generaciones que se forman en nuestros campus. Esto es tal y como debería de ser: la gran universidad pública del país invierte en obras de arte hechas para ser vividas por el público más amplio posible.
La escultura como arte público es de enorme importancia para nuestra nación desde la época colonial, y desde esa época podemos hablar de conjuntos esculturales que tienen usos y agendas específicas en la vida diaria y simbólica de nuestra sociedad. Su papel va desde la adoración católica de imágenes dentro y fuera de las iglesias, el conjunto escultórico de Morazán, Cabañas, Valle, Reyes, la libertad y las 4 estaciones con el que se introduce la idea de los próceres de la nación de Rosa y Soto en la segunda mitad del siglo XIX4, los conjuntos escultóricos abstractos y figurativos de la paz tutelada de Carias, y el revisionismo histórico que permea a obras y acciones más recientes5 . Nuestra relación con dichas imágenes no es neutral, y en varias ocasiones los personajes representados y su forma de ser recordados han sido violentamente rechazados6.
El otro gran grupo en la colección de esculturas de la UNAH es el de esculturas de autor. Las esculturas de autor no son hechas para satisfacer la visión de sus patrocinadores (como es el caso de las obras públicas), sino que son obras hechas primordialmente para satisfacer la visión y necesidades del artista. Las obras públicas responden así a la lógica del mecenazgo, mientras que las obras de autor responden a la lógica del libre mercado.
Es justo antes de la guerra fría que las esculturas de autor se vuelven parte importante de la obra de ciertos escultores. Artistas como Samuel Salgado, Roberto M. Sánchez y Mario Zamora son un claro ejemplo de ello. Se insertaron tanto como les fue posible en el arte público, y sus esculturas de autor fueron terreno fértil de experimentación que además les generaron ingresos entre una obra pública y otra. Sin embargo, no es sino hasta que Obed Valladares y Jesús Zelaya entran en escena que las esculturas de autor para el mercado privado se vuelven más la norma que la excepción7.
Las obras de autor que están en la colección de la universidad fueron adquiridas primordialmente de dos formas: como premios de las bienales, o como adquisiciones directas. Es de notar que todas las obras de arte contemporáneo en la colección de la UNAH han sido adquiridas bajo la tutela del CAC. Antes de la creación de este centro, la colección de escultura es figurativa, incluso heráldica en ocasiones, poética en otras, para después tornarse más íntima, reflexiva, y sobre todo socialmente más crítica.
Este es tan sólo el comienzo del proceso de curaduría de esta colección. El estudio comparativo de esta con otras tanto públicas como privadas, así como la creación de una base de datos de artistas y sus obras que sea inclusiva y elaborada con un criterio curatorial sereno y ampliamente debatido con artistas, historiadores, y con representantes de otras disciplinas, son necesarios pasos a dar para desde estos espacios continuar generando visiones del arte hondureño cada vez más críticas y certeras.
- Los motivos de ello tienen que ver con la naturaleza misma de la escultura, la cual ha hecho que las obras de esta disciplina sean mucho más onerosas que la pintura. Además de ello en el esquema platónico de los sentidos, la pintura se considera como un arte más puro. Estos dos motivos han llevado a que sean siempre muchos más los practicantes de la pintura que los de la escultura, y a que, siendo la pintura de caballete más barata de transportar, instalar y manufacturar, tenga ésta un mercado más amplio que la escultura.
- Luis Mariñas Otero, diplomático español, escribió acerca de la literatura, la pintura, la escultura y la música hondureña a finales de la década de los 50´s. De la literatura tomó la idea de movimientos y generaciones, y este mismo patrón con pocas variaciones lo repiten después Leticia de Oyuela, Longino Becerra y otros al escribir acerca del arte hondureño.
- Para más información al respecto, consultar el artículo de Miguel Romero “El Giro Contemporáneo Hacia lo Escultural”, Revista Arte y Cultura Vol. IV/No. 1 (2016), CAC UNAH.
- Los próceres son los “dioses civiles” que se encargan de darnos los valores morales sobre los cuales se debe basar nuestra nación . Cada uno representa una virtud que cada uno de nosotros debe desarrollar para crear una nación ideal: Morazán es valor, Cabañas es honradez, Valle es sabiduría, Reyes es temor a Dios. Ese panteón nacional (entendido en el sentido de conjunto de dioses de la nación) fue complementado después con Lempira, quien es el campeón de los indígenas que precede en amor a la patria y valor a Morazán, y que, por haber existido casi 300 años antes del resto de los próceres, nos crea el mito de que Honduras ha existido siempre. Como podemos ver, el panteón de héroes de una nación es entonces una serie de símbolos, una idealización de estas personas, no las personas mismas en sí. Representan los valores que nosotros los ciudadanos deberíamos encarnar, y están pensados para operar desde nuestro subconsciente sobre nosotros.
- Este revisionismo incluye tanto la remoción y destrucción de esculturas, como la creación de monumentos por reclamo popular—como por ejemplo el monumento a Alfredo Landaverde que se levantó unos 300 metros después del final oficial del boulevard de los próceres, el cual añade a éste como un prócer más a ese panteón.
- Julio Escoto retomó recientemente este tema en el artículo de su columna “Con otra óptica” titulado “Revisionismos hoy”, en diario El Heraldo del 21 de Septiembre del 2020.
- Enrique Miralda es un artista de mucho interés en esto, pues hizo muchas obras públicas y de autor, que son casi indistinguibles entre sí.