Mestizas, híbridas y múltiples: Las obras de arte moderno hondureño en la Colección Plástica de la UNAH
Desde un espacio periférico, una sociedad multicultural y un entorno sociopolítico violento y excluyente, la modernidad artística hondureña entretejió un conjunto de experiencias plásticas híbridas que se encargaron de reflexionar sobre las diversas identidades del pueblo y el arte hondureño.
Las y los artistas modernos hondureños transitaron en torno a las preocupaciones que alimentaron la producción plástica moderna en la región latinoamericana, a pesar de no haberse podido consolidar en círculos artísticos de vanguardia. La tensión entre lo moderno y lo tradicional, las derivas identitarias, la experimentación plástica desde el espectro cromático y el autoexamen antropológico, así como la constitución de tiempos y espacios posibles, fueron algunas de las motivaciones que desencadenaron las poéticas del arte moderno nacional.
Acopiando, transformando y asimilando las experiencias artísticas regionales, el arte moderno hondureño conformó un lenguaje propio que se organizó desde la constitución heterogénea de su sociedad. El corpus de obra moderna que conforma la colección plástica de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras recoge, en su variedad de manifestaciones, las experiencias de esta etapa de producción híbrida del arte hondureño.
La necesidad de experimentar y mover los límites de lo artístico a partir de los referentes culturales propios se manifiestan en la prolífica y diversa obra de Arturo López Rodezno, quien se conecta a través de las formas y las búsquedas estéticas con el muralismo, la antropofagia brasilera, el constructivismo universalistan de Joaquín Torres-García y la obra del guatemalteco Carlos Mérida. Por su parte, Teresita Fortín nos transporta a espacios históricos y nos trae personajes de la identidad nacional, que se tornan cotidianos y se vuelven íntimos a través de la simplificación vigente en sus trazos pictóricos, que rememora las formas de sus maestros Max Euceda y Pablo Zelaya Sierra.
Los movimientos realistas y cubistas de España e Italia se enraízan en Honduras a través de la producción artística de Max Euceda y Moisés Becerra, quienes en sus cuadros imprimen las dinámicas cromáticas locales que se conjugan con expresiones culturales y/o identitarias de la nación para organizar sus propias formas de representación plástica. Por su parte, Álvaro Canales nos enfrenta con una proyección magnificada y a su vez humanizada del contexto moderno, a través de su estrecha relación con los grandes maestros del Muralismo mexicano: baja del caballo al semidiós de la nación y transporta el fuego del progreso y la educación en medio de la guerra y la alienación obrera, proyectando así nuevas nociones de pasado y futuro para Honduras.
En este sentido, la producción artística moderna que conforma esta exposición, desborda todo intento de categorización tradicional dentro de la historia del arte, de modo que, en esta empresa, es necesario volver sobre las formas en que se articularon los circuitos de la modernidad a lo interno de Latinoamérica y su relación con las metrópolis europeas. A su vez, este corpus de obra ofrece múltiples líneas para repensar las maneras en que se construyeron las nociones de identidad hondureña y los espacios de enunciación desde donde se fueron articulando.
Julio José Méndez |
Historiador, Maestro en Estética y Arte |